Jaguar S-Type, el gran desconocido

Este modelo nació en un intento por combinar el costoso eje trasero del legendario E-Type con otros vehículos de la firma para abaratar costos. Su historia. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Por Thomas Geiger (dpa)

Es el gran desconocido de la historia de Jaguar. La memoria colectiva, ocupada por el legendario deportivo E-Type y el MKII, exitoso en carreras y rallies, parece no tener espacio para el S-Type.

"Cuando se piensa en Jaguar y en el S-Type, como mucho a uno se le viene a la cabeza la limusina redondeada y algo anticuada de 1999. Pocos saben que la historia del modelo comenzó hace ya casi 50 años", dice Michael Dewender, miembro de la Asociación Alemana de Jaguar y experto en este tipo de modelos.

El S-Type no es sólo un auto bonito. "Se maneja mucho mejor que el MKII", afirma Dewender, que cuenta cómo el jefe de la firma, Sir William Lyons, impulsó su desarrollo: quería usar el costoso eje trasero del legendario E-Type en otros vehículos para reducir costos. Pero como el MKII no ofrecía espacio suficiente, se alargó la limusina hacia atrás 12 centímetros y nació así un nuevo modelo.

Como por su motorización se vendía como 3.4S y 3.8S, rápidamente se impuso la abreviatura S-Type, cuenta Dewender. El modelo apuntaba a la competencia en el continente europeo y quería sobre todo llamar la atención de los clientes de Mercedes y BMW, con los que se equiparaba en el alto precio.

Pasados los años, la berlina sigue resultando cómoda aún hoy. Empezando por el encendedor de cigarrillos y siguiendo por el cinturón de seguridad, que recuerda a los tiempos en los que viajar en avión era un lujo y un placer. Y acaba con el sostenedor de vasos, que no podría tener más estilo. Mientras hoy se deja la bebiba en un agujero hecho en el cuadro de mandos, en el S-Type los británicos crearon una pequeña mesita. Todo debía ser perfecto para la hora del té.

Conducir el S-Type es un viaje a la vieja Inglaterra. En cuanto uno se sienta en los blandos y enormes asientos de cuero, baja el reposabrazos, agarra el delgado volante y mira sobre el largo capó negro por encima del cockpit de madera, parece encontrarse en una vieja película en blanco y negro de Edgar Wallace.

El sedoso sonido del motor de seis cilindros hace sentir a uno en un noble salón de un castillo con una orquesta de cámara. La aguja del tacómetro tiembla como una vela en el viento y las luces del tablero de mandos recuerdan al fuego de una chimenea. Hasta el paisaje recuerda al de Escocia.

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Desde fuera, la limusina aún hoy llama la atención, aunque es cierto que se requiere mucha fuerza para girar el volante, cuesta frenar y para dar la vuelta o estacionar hay que buscar un gran ángulo. Pero el motor de seis cilindros ronronea como un gato en la repisa de la chimenea y empieza a gruñir como un Jaguar gracias a sus 213 caballos. Poco que envidiar a los vehículos modernos.

Quien con un poco de esfuerzo se hace con las cuatro marchas se adentra de forma relajada en el tráfico. Aún acelera de cero a 100 km/h en 14 segundos y alcanza una velocidad máxima de 186 km/h. Hace 50 años no estaba nada mal. Con un consumo de casi 16 litros a los 100 km, se agradece su segundo tanque.

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Cuanto más se conduce y se aprende a valorar la cómoda suspensión independiente, uno más se maravilla de que se vendieran tan pocos ejemplares. En la época, sólo 10.000 clientes se decidieron por el de 3,4 litros, y 15.000 por el de 3,8 con diez caballos más. En 1968, cinco años después de su estreno, se dejó de producir.

Por ello, encontrar hoy un modelo en buen estado es una suerte. "El S-Type ya no es tan demandado como su hermano pequeño, el MKII", afirma Dewender. "Por ello se encuentra más fácilmente y se paga menos", agrega. Se pueden halar ejemplares listos para conducir a partir de 20.000 euros (23.685 dólares) y unidades en muy buen estado o completamente restauradas por 40.000. "Mientras que los precios por el MKII se van por la nubes, más allá de 80.000 euros, es raro encontrar un S-Type por más de 50.000", afirma el experto.

Como con todos los clásicos, Dewender alerta sobre tratar de ahorrar demasiado en la compra: "El más caro puede ser al final la solución más barata, ya que cuantas más reparaciones hay, mayor es el riesgo incalculable de costos".

Medio siglo después del estreno del S-Type, la historia se repite: cuando la firma británica presentó el año pasado el XE portaba los genes de un deportivo y de una berlina. A diferencia del S-Type de los años '60, el XE compite en el segmento medio, pero los rivales son los mismos: las marcas alemanas están en el punto de mira y Jaguar jura que volverá la época dorada de la firma inglesa. Para ello usa el lema de la saga Star-Wars: "The Empire strikes back" (El imperio contraataca).

FUENTE: dpa

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